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Sports
Se ama o se odia aquello que representan, pero el dolor existe en la familia Agnelli
21 Marzo 2017 18:48
Es quizá el equipo cuyos colores simbolizan mejor aquello que proyecta socialmente. Bianconeri, los blanquinegros de la Juventus, luz y oscuridad. A la Juve se la ama o se la odia. Dicen los datos del club, o la leyenda, que en estos casos se suelen parecer bastante, que La Vecchia Signora cuenta con unos 300 millones de aficionados en todo el planeta. Los detractores son gran parte de todo el resto.
Parte de la culpa, para bien o para mal, la tiene el timón de la familia Agnelli, dueña de la FIAT. Especialmente la figura del patriarca, Gianni Agnelli, presidente real del 47 al 54 para después ejercer de presidente honorario y embajador de ambas marcas durante medio siglo. Su vida atraviesa el documental Bianconeri, The Juventus story, proyectado en el Offside Fest de Barcelona.
Si hay una persona que simboliza el capitalismo italiano del siglo XX ese es precisamente Gianni Agnelli, conocido en todo el país como L'Avvocato sin serlo. Si hay alguien que pueda a la vez personificar también una obsesión con el éxito mezclada con drama personal es él.
Desde que perdió a su padre Edoardo en un accidente aéreo, con la cabeza destrozada por una hélice en 1935, cuando Gianni tenía 14 años, se juró a sí mismo triunfar con el equipo -la Juve- que su padre presidía desde hacía más de una década. Tras ser con 25 años alcalde de Villar Perosa, la localidad donde los Agnelli veraneaban, y de tomar la presidencia de la FIAT en el año 66, fue en su época de onorario juventino cuando todo hubo cielo e infierno en casa de los Agnelli.
En 1982, la Juve se convierte en el primer equipo italiano en coser dos estrellas en su pecho por llegar a veinte scudetti ganados. Agnelli compra a Platini y le da un encargo: ganarlo todo. El francés cumple, pero la noche más bella se vuelve también la más horrenda de todas cuantas conoce el fútbol europeo: la Juventus gana la Copa de Europa con el estadio de Heysel convertido en una morgue con 39 cadáveres, 34 de ellos italianos.
Al año siguiente, un empresario compra el Milan y presenta al equipo llevándoles en helicóptero hasta el estadio con La cabalgata de las valkirias de fondo. Berlusconi le quita las ligas durante una década a la Juve, hasta que llegan Lippi, Baggio, Vialli y Ravanelli. La obsesión de Agnelli es llegar a la tercera estrella, y para ello llega la conocida como Triade: Luciano Moggi, Antonio Giraudo y Roberto Bettega gobiernan con mano de hierro la sociedad y consiguen que entre 1994 y 2006 sea la etapa más exitosa de la Juve con 16 trofeos ganados.
Pero esta edad de oro coincide con el desastre familiar.
Gianni Agnelli apunta como sucesor de la dinastía a su sobrino favorito, Giovannino, hijo de su hermano pequeño Umberto. Sin embargo, en 1997, con solo 33 años se lo lleva un cáncer. Y el patriarca nombra como sucesor a su nieto John Elkann -el primogénito de su hija Margherita-, que solo tiene 21 años.
Es un golpe para Edoardo, el único hijo varón de L'Avvocato. Apasionado de la filosofía y la teología, ha viajado de joven a India e Irán, donde queda prendido del chiísmo y de la figura del Ayatolá Jomeini tras vivir allí la revolución de 1979. Años después, será sorprendido con heroína en Kenia. Sus tendencias antimilitaristas completan el cuadro de una rara avis espiritual dentro de la familia más rica del norte de Italia. En 2000 acaba con todo lanzándose al vacío desde un viaducto. La versión oficial es suicidio, pero no faltan voces que apuntan a un complot sionista auspiciado por el cuñado de Edoardo, el novelista judío Alain Elkann, para frenar que el imperio Agnelli cayese en manos de una persona cercana al Islam.
Tres años más tarde, muere el patriarca. Y apenas unos meses después su hermano Umberto. No alcanzaron a ver ni las disputas por la herencia, que llegaron hasta los tribunales, ni el veredicto del Calciopoli en 2006, cuando por conversaciones irregulares con designadores arbitrales, la Juve fue despojada de dos títulos de liga y descendida a la Serie B.
También le ha faltado tiempo a Gianni Agnelli para ver a una Juve que va camino de conquistar su sexto scudetto consecutivo, superando los cinco que completó en 1935, justo en aquel verano tan aparentemente feliz en que la hélice de un avión le convirtió en huérfano.
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