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Según su dueño, el can entrenó durante 5 meses para completar la hazaña
Playground community
12 Abril 2018 22:36
¡Alehop! Suenan las fanfarrias de una música alegre y el público se sobrecoge nervioso ante la expectativa de algo improbable, imposible, sorprendente…
Hombres y mujeres en trajes brillantes que vuelan de un trapecio a otro, el hombre-bala de bigote retorcido que es disparado por un cañón y nos saluda sonriente antes de que se prenda la mecha, el domador de leones que le triplican el tamaño y que tienen dientes y garras como cuchillos, elefantes que bailan y desfilan, malabaristas con diez, quince, veinte bolas de colores, muchachas hermosas que se doblan y desdoblan como si no tuviesen huesos…
Es el espectáculo del asombro, adornado de lentejuelas, luces y música con redoble de tambor. El éxito consiste en llegar hasta las emociones del público, la excitación, la incertidumbre, el asombro, el miedo y la risa. “¿Lo ves? No ha pasado nada”, tranquilizamos al niño que está a nuestro lado y que, en algunos momentos, llegó a taparse los ojos con las manos.
Tras el espectáculo, nos decimos con cierta prepotencia que sabemos que nada es real, sólo espectáculo. Pero el show sólo es la conclusión, el resumen, con una bonita presentación, de horas, días, meses y años de trabajo. De hacerlo mal al principio y empezar otra vez, e intentarlo hasta que sale, y seguir haciéndolo y pulirlo, de adquirir soltura, y seguir practicando. Y otra vez. Y otra más. Hasta que se ha perdido la cuenta y parece que es lo único que has hecho durante toda la vida.
Los expertos dicen que para adquirir una competencia es necesario tener unas aptitudes naturales y otras adquiridas y que, éstas últimas, deben practicarse unas diez mil horas para que la competencia se integre en el sujeto como algo natural. Que parezca que lo hace sin esfuerzo,como si hubiese nacido con ello, que no necesite ni pensarlo. Y esto es así también con los animales que, antes de asombrarnos con sus proezas, han tenido que pasar por un proceso de aprendizaje igual que el resto de los artistas.
Como este precioso perro Malinois que lleva ya la friolera de cinco meses practicando con su entrenador para aprender a caminar en la cuerda floja. En las imágenes vemos al futuro can funanbulista en la ciudad china de Yuncheng el pasado mes de febrero. Aún con algo de inseguridad, se esfuerza en avanzar hasta un tejado a unos tres o cuatro metros de altura. Cuando alcanza el objetivo, el entrenador le jalea y anima, y le llama para que baje y se reúna con él.
El can, como todos los perros, obedece animoso y contento. Está consiguiendo hacer lo que su dueño le ha pedido, algo que va contra su instinto y naturaleza pero que, con un poco de práctica, acabará realizando a la perfección, como si toda su vida se hubiese movido en las alturas. Como cantaba Freddie Mercury, Show must go on. Pronto veremos a nuestro perro en un escenario ante cientos de personas, causando asombro, incredulidad y admiración a su paso. ¡Un artista! Aunque... ¿alguien se ha parado a preguntarle al perro si le apetece hacer lo que le están pidiendo que haga?
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