Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Content
Su resolución de año nuevo fue acudir con más frecuencia a residencias de la tercera edad, y lo está cumpliendo. Las flores que reparte, las costea de su hucha
Playground community
11 Abril 2018 18:34
Se llama Oliver, tiene 6 años y vive en Overland Park, en el estado de Kansas, en Estados Unidos. Y Oliver tiene un sueño: ser policía. De hecho, él está convencido de que ya lo es. Y como tal se dedica a ayudar a su comunidad como mejor puede.
Cuando la escuela le deja un rato libre, Oliver se viste de policía, se sube a su pequeña moto eléctrica y va por su localidad armado de ternura, rosas y abrazos. Ha descubierto que su vocación no es poner multas de tráfico, sino repartir afecto. Busca a “infractores” de edad avanzada, que estén “aparcados” en asilos y que añoran ese momento, quizá no tan frecuente, en el que ven a los más pequeños de su familia.
A Oliver se le ocurrió un día pedirle a su madre que le llevara a visitar un centro de ancianos. Desde entonces no ha parado. De hecho, cuenta su madre, la resolución de año nuevo del niño fue precisamente acudir a estos lugares con mayor frecuencia. Y lo está cumpliendo.
El crío visita las residencias enfundado en su uniforme, reparte flores y abrazos y se deja besar y abrazar por hombres y mujeres mayores que reciben sus mimos y atenciones.
Aguantar tantos besos y arrumacos no es una misión sencilla. ¡Cuantos pequeños se apartan o evitan el contacto con extraños! Y es que no es natural permitir con ese nivel de confianza que los otros entren en nuestro espacio de esa manera. Pero Oliver lo hace. Y si no siempre le agrada del todo, lo disimula a la perfección, porque sabe lo que quiere. Nos lo dice al principio del vídeo: “Hacerles sonreir”. Y lo consigue.
Oliver no cree en las órdenes de alejamiento ni en detener o frenar los afectos que a sus ojos merecen los mayores. Y llega al extremo de costear de su hucha, las flores que les reparte. A muchas de las damas, seguramente hace tiempo que no les regala una rosa un chico tan guapo.
Nuestro joven policía del amor se presenta ante los ancianos con candidez y amabilidad, como una visión de futuro: un niño que crecerá bondadoso y comprensivo aunque ya tenga en mente la vocación de defender algo tan estricto como las normas de convivencia y la Ley. Por ello, ya ha recibido una placa honorífica del Departamento de Policía de su ciudad que, por supuesto, están encantados de tenerle ya en sus filas.
share