Estos tipos han convertido una jet-ski en una estrambótica moto terrestre. ¿Te atreverías a conducirla?
¿Qué puede inspirar a un tipo a transformar su moto acuática en una moto terrestre? ¿Qué le lleva a realizar esa inversión de tiempo y dinero? No sólo suya, ya que el chico comenta que ha sido un amigo el que ha realizado este “cambio radical”.
¿Habrá sido algún “reality”? ¿Un sentido del humor extravagante? ¿Un espíritu aventurero? ¿Demasiado tiempo libre?¿ O quizá uno de aquellos coches anfibios de los años sesenta que vimos en series y en pelis de 007?
Hay imágenes de coches e incluso autobuses saliendo de las aguas o metiéndose en ellas con mayor o menor fortuna y, generalmente, en esos metrajes suele haber una voz en off que nos promete que en los vehículos anfibios está el futuro. Pero, claro, el futuro ya ha llegado, y no. Los vehículos anfibios no son el objeto de deseo de nadie. Salvo para este muchacho holandés que, como vemos en el vídeo, se lanza, ni corto ni perezoso, a recorrer las calles de su ciudad en su moto de agua con ruedas.
¿Y ahora qué?, se debió preguntar el chico después de dar un par de vueltas, cuando ya todos han girado la cabeza una vez —la cosa tampoco merece más— y dar paseos con el armatoste empieza a no ser tan divertido.
Porque el jetski ya no flota y como lo metas en el agua se hunde seguro. Así que, tras postear el vídeo nos informa: “No sé qué hacer con ella”.
Claro. Eso te lo hubiésemos dicho cualquiera, crack. Por eso, puestos a querer usar las redes sociales y ante un proyecto costoso en tiempo y dinero, quizá no sería mala idea haber planteado la propuesta en busca de opiniones informadas. Una encuesta abierta con opciones SI y NO, y posibilidad de hacer comentarios, en plan: “Estoy pensando transformar mi moto de agua, agujereando la zona de flotación y poniéndole un par de ruedas para ir por mi ciudad fardando mucho y ligando aún más”. Ya que sus familiares o amigos parece que no han tenido el valor de decirle que la idea es una majadería, seguramente una legión de voluntarios le hubiesen dado unas cuantas razones para emplear su tiempo y dinero en otra cosa.
Pero lo hecho, hecho está, aunque nos quedamos con la duda de cómo y dónde acabará el cacharro una vez se ha hecho la gracia de colgar el vídeo en la red. Apostamos por la chatarrería más cercana, pero ¡quién sabe!
En estos tiempos en que cada vez se restringe más el movimiento de los automóviles en las urbes, el ingenio puede que esté premiado y un jetski compacto, aerodinámico y de bajo consumo puede parecerle una buena alternativa a algún funcionario o político. Y, si no, vendido al peso al chatarrero, a lo mejor aún le deja una pasta.