En lo alto de la montaña, las nubes fluyen pegadas a la tierra, como las aguas de un río
Hace algunos años, cuando de pronto las cadenas de televisión empezaron a multiplicarse y, en vez de apenas un puñado, llegaban canales de todo tipo por docenas a todos los hogares, algunos se especializaron en imágenes relajantes. Para pasmo de propios y ajenos, prescindieron de cualquier tipo de programación tradicional y se olvidaron de las noticias, series de televisión o deportes. Empezaron a emitir en ciclo imágenes antiestrés de hogueras en chimeneas, en las que las llamas danzaban entre rojos y amarillos, crepitaban, subían y bajaban entre troncos y un susurrar tranquilizador. Otras veces, se trataba de peces en tanques o en el mar, nadando aleatoriamente con sus pequeños cuerpos en un aleteo suave y las branquias temblando levemente entre pequeñas burbujas y algas.
Hoy este tipo de imágenes no son una novedad y pueden encontrarse fácilmente en todo tipo de formatos. Y hay quien los pone de fondo, en busca de sosiego que apacigüe la ansiedad y el cansancio que nos producen nuestras aceleradas vidas, como otros ponemos una música agradable de fondo, que sólo nuestro inconsciente escucha mientras trabajamos o leemos o, simplemente, cerramos los ojos un instante.
Pero el espectáculo en directo es algo inigualable. Situaciones e imágenes cuya belleza hace que no parezcan reales pero que se muestran ante nuestros ojos si sabemos dónde buscar.
Podemos imaginar perfectamente lo que debieron sentir quienes grabaron este vídeo cuando se vieron envueltos en este mar de nubes.
Desde luego, cuando nos explicaban el cliclo del agua en el colegio, no nos enseñaron imágenes como éstas, en las que en lo alto de la montaña, las nubes fluyen pegadas a la tierra, como las aguas de un río. Constante y suavemente se desplazan entre picos, laderas y briznas de vegetación, bajo un cielo radiante. Como una bruma espesa, o espuma de mar; como el hielo seco que se utiliza en espectáculos, las nubes danzan y flotan ante nuestros ojos en una corriente interminable de belleza innegable.
La escena tuvo lugar en el Monte Halcón, en la isla de Mindoro, Filipinas, a 8.500 pies de altura. Algunos se han referido al lugar como “el sueño del instagramer” porque sus impredecibles condiciones climáticas crean todo tipo de espectáculos en las nubes. Como el que se nos muestra en estas imágenes y que uno de los visitantes calificó como “sobrecogedor”, llegando a decir que le había dado la sensación de estar, literalmente, caminando sobre las nubes.
Desde luego, estamos seguros de que un viaje a este lugar sería una excelente cura antiestrés para cualquiera. Mucho mejor que cualquier canal temático. Dónde va a parar.