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¿Convierte esta broma a sus padres en los peores padres del mundo?
Playground community
07 Junio 2018 20:19
Elvis Presley cantaba aquello de “déjame ser tu oso de peluche”. Era el Rey y sabía por qué lo decía. Un osito de peluche o “teddy bear” es el muñeco mascota por excelencia, el juguete en el que todos confían y al que todos quieren achuchar e incluso dormir con él; una envoltura de calidez, ternura y mimos que no ocultan doblez alguna. El oso Teddy no es altivo como una Barbie, ni agresivo como He Man, no espera que sepamos construir estaciones espaciales con piezas de Lego, ni que tengamos conocimientos enciclopédicos como el Trivial.
El oso Teddy es un juguete universal y la mascota de peluche ideal. Y para muchos, cuánto más grande, mejor.
A pesar de todo ese aprecio que se les tiene, los osos de peluche no están a salvo de nuestro sentido del humor. Hablamos, en concreto, de esas bromas planificadas sin lugar a la improvisación que los norteamericanos llaman “pranks” y cuya finalidad nunca es reírse “con”, sino reírse “de”, con un punto de humor que podemos llamar "grueso". Las pranks son más que bromas: son bromazos. O bromas a brochazos.
Todo esto viene al hilo del vídeo que encabeza estas líneas, claro. El bromazo que un chavalote puso en práctica, con la complicidad de su novia, para ejecutar ante sus padres y su hermano menor.
La cosa va así. Adquirieron un teddy bear de tamaño considerable y, sin ninguna clase de piedad, lo abrieron en canal por la parte de atrás y lo vaciaron parcialmente de su relleno. Bolas y bolas de materia sintética blanca y algodonosa fueron extraídos a mano en una auténtica carnicería de peluche. Poco a poco, la joven —que, como se aprecia en el vídeo, es un poco más grande que el juguete, pero tampoco mucho— fue introduciéndose en el interior del oso. Una vez dentro, la chica logra ponerse de pie y mover todos los miembros del cuerpo del muñeco.
Cuando está todo listo se sienta a esperar en una esquina.
Aparecen en escena una mujer y un niño pequeño. El muchacho que graba el vídeo da una explicación a ambos, diciéndoles que se trata de un mecanismo de seguridad y que ese oso tan grande es, en realidad un cámara. El niño no se muestra muy impresionado pero se acerca al peluche y éste, de pronto, salta y ruge.
El niño y la mujer se asustan y retroceden, pero su alarma dura menos de un segundo porque los bromistas rompen a reír y la usurpadora de la piel del oso se muestra y bailotea. Punk'd, que diría un yanqui.
El éxito les hace reincidir y esta vez el damnificado por sus ganas de risas es un hombre que parece pasar los cincuenta y que, también se asombra y alarma y da un brinco mientras todos estallan en carcajadas y, sin poder evitarlo, también nosotros.
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