Prepara un desayuno carnívoro de chuparse los dedos para sus colegas del pantano y se acerca él mismo a darles de comer con sus propias manos
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¿Sabes eso de bajar a la calle con unos trozos de pan para dar de comer a las palomas? Bueno, eso es el pasado. Lo que se lleva ahora es alimentar a los cocodrilos. Cebarles con tu propia mano. Y nada de parques zoológicos; hablamos de cocodrilos salvajes, libres.
La escena, ya lo has visto, es bastante atípica: un señor de Burkina Faso pasa de estereotipos y se curra un desayuno carnívoro para sus colegas del pantano. Y no me refiero a pequeños saurópsidos en proceso de crecimiento, sino a 5 mega cocodrilos adultos feos de hermosos que acuden raudos a la orilla en cuanto huelen el rancho. El hombre, como podéis ver en la grabación, no se pone nervioso ante la presencia de semejante equipo de asesinos y se dedica a lo suyo en ausencia de un hobbie menos cardíaco.
El vídeo, a cargo Maksims Grudinins, fue filmado en la aldea de Sabu, una especie de santuario para cocodrilos "domesticados" según el propio cámara, que afirma:
“En la aldea africana de Sabu, en el estado de Burkina Faso, los turistas pueden acariciar al cocodrilo y tomar una foto a su lado (...) Esto es posible porque los cocodrilos en esta aldea son sagrados y sus habitantes les dan toda la comida que necesitan”.
Además añade que la población local los considera como “guardianes de su destino”, ya que les atribuyen dotes telequinésicas, pudiendo, tal como ha quedado impreso en su cultura, discernir entre el honesto y el tramposo. Esta cualidad les valió una importante labor en el pasado:
“Anteriormente, las personas sospechosas de mentir a la gente incluso se ofrecieron a pararse junto al agua para que los cocodrilos 'sabios' decidieran si la acusación estaba justificada. Sin embargo, generalmente el que realmente mentía prefería abandonar el pueblo antes que pararse frente al estanque”, concluye Maksims.
Se ve que lo de los cocodrilos viene de largo en Burkina Faso, porque en otra aldea, Bazoulé, a 30 kilómetros de la capital, tratan con la misma delicadeza a estos incomprendidos animalejos.
Sus habitantes comparten su estanque con más de 100 arcosaurios y disfrutan de una inusitada relación con ellos. “Nos acostumbramos a los cocodrilos cuando éramos jóvenes (...) ahora siempre podemos acercarnos a ellos y si tienes coraje, también puedes recostarte a su lado”, sostiene Pierre Kabore, un mozo local convencido de que jugar con cocodrilos no entraña ningún peligro.
“No hay problema, son cocodrilos sagrados. No le hacen nada a nadie".
Pierre Kabore
Amante de los cocodrilos en Burkina Faso
Por lo visto, esta simbiosis sin precedentes se forjó en el siglo XV, cuando el pueblo estaba inmerso en una terrible sequía, hasta que las mujeres de la aldea encontraron un estanque secreto con la ayuda de los cocodrilos.
Entonces "los aldeanos organizaron una fiesta para celebrar y agradecer su ayuda a los reptiles". Esa fiesta todavía tiene lugar. Se trata del Koom Lakre, un evento donde la gente del pueblo hace sacrificios y pide salud y prosperidad a sus dioses reptiles.
