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Culture
Escribió las mejores canciones de Loquillo y los Trogloditas, sobrevivió a una cruenta relación con la heroína, y formó la plataforma cívica que acabaría convirtiéndose en Ciudadanos. Se llama Sabino Méndez, y su primera novela, 'Corre, Rocker', acaba de ser reeditada por Anagrama.
25 Enero 2018 11:34
Piensa en ellas. En las grandes. Cadillac Solitario. El Ritmo del Garaje. Pégate a mí. El Rompeolas. Rock & Roll Star. Puedes problematizarlas. Debes problematizarlas. Pero te persiguen. Están en los karaokes, en las radios de temática ochenta, y en los hilos musicales de los peores bares que, en la mayoría de casos, acaban siendo los mejores. Son cultura popular española, y no: aunque las cante, todas esas canciones no son de Loquillo.
“Loquillo interpretaba un personaje”, me dice Sabino, “y yo lo único que hice fue escribir canciones que ese personaje pudiese interpretar”.
Del tríptico punk-rock vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver, Sabino Méndez (Barcelona, 1961) incumplió dos tercios del trato. Le faltó, sin embargo, muy poco para apuntarse el triplete: a bordo de Loquillo y los Trogloditas como letrista (y guitarra), Méndez coqueteó con la heroína hasta hacer de su relación con ella, pinchazo tras pinchazo, algo formal.
La etapa que va desde la formación de la banda hasta la deserción de Sabino dentro de la misma –evento simultáneo, en 1989, a su desintoxicación– está recogida en Corre, Rocker, una “crónica personal de los ochenta”. Firmada por el propio Méndez a principios de este siglo y reeditada ahora por Anagrama, Corre, Rocker es un empujón a un habitáculo de paredes garabateadas, alfombras de jeringuillas y escupitajos, y objetos punzantes retráctiles. De fondo, Autosuficiencia de Parálisis Permanente.
Si Corre, Rocker tuviera segunda parte, ésta glosaría como Sabino, ya en calidad de ex-troglodita, iniciaría proyectos musicales alternativos como los Montaña. Cómo cursaría la carrera de Filología y publicaría, tras su debut literario, cuatro títulos más –Limusinas y Estrellas, Hotel Tierra, Historia del Hambre y la Sed, Literatura Universal. Cómo, en el 2006, formaría la entidad cívico-ciudadana que desembocaría en lo que hoy conocemos como Ciudadanos. Cómo se reencontraría con José María Sanz, Loquillo, y cómo volvería a regalarle canciones tan deslumbrante como, je, Sol.
“He llegado un punto en la vida en el que no quiero herir a nadie”, añade Méndez. “Aunque, a un nivel puramente humano, sí quiero seguir atacando ciertas cosas”.
"(Loquillo) administraba con cuidado enorme la notoriedad relativa que había conseguido a raíz de su chocante imagen. Era hijo de un estibador portuario, tal como yo lo era de un emigrante asturiano. Interpretábamos una cándida versión del 'Pijoaparte' de Juan Marsé pasada por la hora de los teleñecos. Él necesitaba un discurso, y yo era su discurso".
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“Mi relación actual con Loquillo no es como la que describe Corre, Rocker. Ha mejorado mucho con respecto a los ochenta. El paso de los años ha hecho que nos diéramos cuenta de que Loquillo, el personaje, es superior a nosotros; es superior a Sabino Méndez y a José María Sanz. El sentido del humor nos ha hecho tomar distancia con el personaje; con la criatura. Porque, en el fondo, un grupo de rock es una criatura. Y los que más la hemos defendido, los que más hemos hecho por convertir esa criatura en el centro de nuestras vidas, hemos sido Loquillo y yo”.
“Ahora, con Jose María, no nos tomamos tan en serio a nosotros mismos. Ni él va tan de frontman, ni yo de autor único. Yo escribí todas esas canciones, sí, pero las escribí interaccionando con el resto de Trogloditas. Si no fuera por Loquillo, por ejemplo, yo me habría perdido en elucubraciones literarias. Él me ayudaba a tener una proyección más clara y anclada en la calle. Las canciones eran, así, comentarios sobre aquello que veíamos a nuestro alrededor”.
“Cadillac Solitario, por ejemplo, está basado en una historia real. La chica de la que habla la canción existe, y ella sabe que es la protagonista del tema. Tiempo después de componerla, esa chica y yo fuimos pareja durante cuatro o cinco años. Así que en efecto: la historia es real, solo que está romantizada y novelada. Evidentemente, el coche no era un cadillac: era un Seat 600. Pero, por aquella época, nos fascinaban las subculturas de los 50 y los 60”.
“Trabajaba en una labor de hormiga, centrado en exclusiva en doblegar mi cuerpo. La mente se rebelaba constantemente y me vi obligado a renunciar al contacto con los demás seres humanos. Necesitaba todas mis fuerzas para reconstruirme mentalmente cada día. Mi única rutina consistía en salir a comprar caballo y racionarlo (...). Me distraía leyendo por toneladas”.
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“Es cierto que leo una media de 5 libros semanales. En mi mesita de noche, se apilan 11 o 12 volúmenes que estoy leyendo a la vez. Por la noche, antes de dormir, elijo cuál me apetece más; es como tener a tu disposición el menú de un restaurante. La energía que antes descargaba en las drogas y las salidas nocturnas, esa compulsión, ese nervio, la rapidez, la velocidad, consigo enfocarla ahora en el ejercicio y la lectura”.
“En cuanto al caballo, puedo decirte que es el tranquilizante perfecto. El ibuprofeno total. Si en nuestra época la heroína fue tan popular, es porque pensábamos que no había futuro. Estados Unidos y la URSS tenían arsenales nucleares increíbles y, en cualquier momento, uno de los dos podía apretar el botón. ¿Para qué pensar en el mañana, entonces? Puesto que todo iba a volar por los aires, era mejor ponerse hasta el culo; era un negocio redondo. ¿Qué pasó? Que en 1989 yo veo caer el Muro de Berlín. El mismo año, dejo la heroína y dejo los Trogloditas”.
“Si en algo me benefició la toxicomanía, fue en que, cuando publico Corre, Rocker, nadie habló de mí como 'el músico que prueba como escritor'. Yo era el ex-yonqui de guardia. En Buenos Aires me bautizaron como 'el Keith Richards español'. Mi sambenito era ése. Mi nombre siempre salía al lado de la palabra 'redención'. Odio ese término. No hubo ninguna redención: simplemente, me puse hasta el culo de heroína, y hubo un momento en que mi cuerpo ya no lo aguantaba. Afortunadamente, paré de consumir caballo antes de que me matase. O paraba, o reventaba”.
“(los viajes de ácido) sobredimensionaban tanto las emociones gratificantes como las que te hacían sentir miserable. Yo mismo, en una ocasión, me pasé un trip entero bajo un ataque de misoginia. A veces, incluso dudo de que se me hayan pasado del todo los efectos”.
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“Estoy orgullosísimo de una canción como La mataré; cómo la interprete la gente no es problema mío. La letra da suficientes pistas –'nunca me juró su amor, lo creía eterno yo'– de que el protagonista está fuera de sí, y de que yo me alineaba y me solidarizaba con su víctima. Usé la primera persona narrativa para escribirla, porque me vi capaz de crear una voz en primera persona y dotarla de rabia; de fuerza. Que alguien piense que en La mataré yo hablo a título personal, o que lo hace Loquillo cada vez que la canta, evidencia que tiene el cerebro lleno de materia fecal”.
“A los detractores de La mataré les diría que leyeran la obra de Raymond Chandler: ¿Aceptamos que Philip Marlowe hable en primera persona en El largo adiós y no aceptamos lo mismo en una canción pop? La mataré no es Hoy voy a asesinarte de Siniestro Total; no es un chiste; tiene complejidad. Está pulida para transmitir miedo, suciedad, tristeza. Es una canción insana porque, diga lo que diga ahora cualquier sociólogo de pacotilla, yo quería que fuera una canción insana. Si mañana, pero, la utilizasen en una película para hacer apología del maltrato, sería el primero en denunciarlo”.
“¿Que un grupo nazi ha hecho una versión de La mataré? Eso es algo a los que nos exponemos todos los autores. Piensa en L'Estaca, de Lluís Llach: a mí me encantaba esa canción. Aprendí a tocarla y a cantarla. ¿Por qué? Porque para mi la 'estaca' que la canción hablaba de tumbar era el franquismo. Ahora, que un montón de independentistas se apropien de la canción para hacernos creer que esa 'estaca' es el estado central español, perfectamente democrático, pues perdone: yo no quiero tener nada que ver con esa gente”.
“(…) era difícil encontrar punks catalanohablantes (…). En cierto modo era lógico. El proyecto nacionalista pedía una sustitución de un orden por otro que al usuario le resultaba más afín a sus sentimientos (…). Se encaminaba hacia un irrealizable proyecto nacional basado en el patriotismo campesino, ignorando las cifras del reparto demográfico”.
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“Puigdemont es un fantasma que ahora se dedica a recorrer Europa contando mentiras. Esta semana, en Dinamarca, dónde no contestaba a los periodistas, pero sí les dedicaba tuits, el hijo de puta. ¿Cómo puede tener la cara tan dura? Va a hacer falta mucha pedagogía para hacerle entender a sus votantes que las creencias nacionalistas son como las religiosas: se pueden practicar en casa, pero no en el espacio público, ni tampoco en las instituciones. Todo eso de salir a la calle, todas esas manifestaciones... Oiga: la calle es de todos”.
“En 1977, cuando iba a Vic, al pueblo natal de mi madre, ya podía intuir el carácter excluyente del nacionalismo: cuando les decía a los chicos de allí que me gustaba Serrat, me contestaban que eso no era 'cançó catalana'. ¿Por qué? Porque tenía algunas canciones en castellano. Ya existía ese germen de sentimiento diferencial con respecto a lo español. Los emigrantes, los mestizos como yo, que tengo raíces asturianas, éramos una cosa rara”.
“Lo que ha pasado en Cataluña es que, en las últimas cuatro décadas, un mecanismo político corrupto llamado Convergencia ha estado inoculando nacionalismo. Hay que hacerles entender cuánto de intolerante tiene la ideología que están promoviendo. Lo mismo sirve con las CUP que, por lo que a mí respecta, tienen más de organización religiosa que de partido. La revolución y todas esa soflamas son cosas de las yo me permito dudar que existan una vez termina el siglo XIX. La única revolución que está por venir llegaría vía Internet, y no será política”.
“Tal incapacidad (escribir letras panfletarias) me cierra las puertas de una posible carrera como artista político (...). Bien mirado, es una pena. La vida sería tranquila y yo tocaría cada año en el mismo espacio público siempre que los míos ganaran las elecciones. No tendría que esforzarme demasiado. No hay nadie con más vocación de corrupto que yo”.
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“A principios de este siglo, gente como Albert Boadella, Arcadi Espada, Félix de Azúa y yo mismo nos dimos cuenta de que las maquinarias de los partidos estaban obsoletas. Fue entonces cuando creamos Ciutadans de Catalunya, una plataforma cívico-ciudadana que luego acabaría convirtiéndose en lo que hoy es Ciudadanos. Había que tener un par de cojones para, en pleno 2006, fundar aquéllo aquí en Cataluña. Lo más bonito que nos llamaron fue fachas”.
“Pensamos que nuestra iniciativa quedaría en algo testimonial, en un grupo de protestones, y fíjate la de cosas que se han conseguido. La más importante, para mí, ha sido conseguir enfrentarse al nacionalismo catalán de una manera civilizada. Pese a todo ello, cuando la plataforma se constituyó como partido político, yo fui de los que decidió no militar. Militar hubiese sido renunciar a parte de mi objetividad; yo soy un ácrata. Conservo, eso sí, muchas amistades personales”.
“Estoy contento con el éxito de Ciudadanos en las últimas autonómicas. Dicho esto, creo que se han escorado demasiado hacia la derecha; yo hubiese defendido más preceptos social-demócratas. Dicho esto, no me considero estrictamente 'de izquierdas'. Yo soy conservador, y lo soy por una sencilla razón: tras haber vivido a tope durante diez años, durante la época que recoge Corre, rocker, descubrí las bondades de cuidar y conservar lo bueno que te rodea: conservar la salud; conservar el hígado entero. Más allá de eso, el binomio izquierda/derecha me parece locativo”.
“Acepté (…) que mi compañero (Loquillo) se construyera desde su esquizofrenia sentimental con una faceta pública de progresismo insurgente, de reivindicación de los desposeídos, mientras en lo privado se comportaba con los habituales rasgos de homófobo, misógino y hasta racista diluido que caracterizan al reaccionario civilizado”.
Corre, Rocker (Sabino Méndez, 2000)
“Estamos en una nueva época victoriana: vicios privados y virtudes públicas. Cuando yo veo a Oprah Winfrey haciendo ese discurso en los Globos de Oro, aunque esté hablando en defensa de las mujeres, me parece de un populismo tan asqueroso como el de Trump. Hay cosas que son muy complejas, y no hay que promover linchamientos públicos si no se tienen pruebas. Aspiro a un mundo más sensato. Ese mundo que, al menos en su origen, planteábamos con Ciudadanos”.
“Como filólogo, me molesta mucho la retórica. Eso incluye la retórica de gente como Pablo Echenique, como Pablo Iglesias, como Juan Carlos Monedero. La retórica de Iñigo Errejón, en cambio, me molestaba menos. Errejón es una persona con la que se podría hablar. Los discursos de Iglesias y Monedero, en cambio, me parecen un insulto a la inteligencia: son banales; vacuos; hipócritas. Lo único que quieren es crear una neo-casta de la que ellos puedan formar parte”.
“Iglesias y Monedero son lo peor de Podemos. Es una organización que se ha equivocado a la hora de elegir a sus representantes. Pero yo, con el votante de Podemos, sí simpatizo. Muchos de sus anhelos son también los míos: la corrupción, a mí, también me provoca hartazgo. Sin embargo, que den cabida en sus filas a gente como Ramón Espinar, que gozaba de los beneficios de la protección pública, me parece una traición a los simpatizantes de la formación. El 'esto pasa en todos los partidos' no sirve. Lo que queremos es que no pase”.
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