Un periodista ha tenido acceso a los borradores inéditos del director, y asegura que es un agujero negro de misoginia y obsesión enfermiza por las adolescentes
Si las películas de Woody Allen que llegaron a los cines te parece aberrantes —más si las consideramos en combinación con las polémicas que han rodeado su vida personal—, imagina cómo deben ser las que, por un motivo u otro, jamás se rodaron. Y si no lo puedes imaginar, tranquilo, que Richard Morgan te lo cuenta en un artículo para el Washington Post que está trayendo cola.
El periodista repasó, con el visto bueno de la Princeton University’s Firestone Library, 56 cajas a rebosar de material inédito firmado por Allen. ¿Qué contenían estos borradores? En su mayoría, eran historias de tipos viejos obsesionándose con chicas jovencitas.
Ya fuera en forma de relato, de guión, o de entrevistas ficticias (a actrices reales), este cúmulo de garabatos, según Morgan, “supuran misoginia de forma reiterada”.
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Historia tras historia, Allen objetiviza a mujeres y adolescentes, escribe Morgan. Cotejando varias versiones de un mismo borrador, el periodista localiza como el director corrige un “buenas piernas” por “piernas estupendas”, y éste por un “pechos enormes” que al final se quedó en el definitivo “piernas largas y bronceadas”.
De entre las entrevistas ficticias, es especialmente escalofriante la que el director imagina entre él y Nati Abascal, actriz con la que trabajó en Bananas. “Terminé apreciando su cuerpo por lo que era en ese momento: el cuerpo de una niña”, escribe Allen. En el texto, el director sugiere que Abascal tenía impuestas “obligaciones sexuales” para trabajar a sus órdenes.
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Por otra parte, en la charla ficcionada que mantiene con la actriz Janet Margolin, Woody Allen insiste en “hacerle el amor” para “conseguir una actuación decente” de la intérprete.
¿Más ignominia? En The Filmmaker, un guión jamás realizado, Allen planta ante el altar a una “mujer” para irse con una “chica” esquizofrénica.
Tal y como concluye Morgan, el trabajo inédito de Allen “está anclado en una realidad dónde la única función de las mujeres es suplicarle al director que las deje formar parte de su mundo”. Además, los borradores remarcan “una obsesión vívida de Allen para con las chicas y mujeres más jóvenes que él”.
Si te han quedado ganas de más, puedes leer el recuento de Morgan aquí.