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Lit
Bromear sobre islam, sexo y amenazas de muerte: esto es lo que hace el escritor Salman Rushdie en la serie de Larry David, demostrando que la mejor forma de combatir el fanatismo religioso es el humor y la ironía
20 Octubre 2017 10:24
Los grandes escritores siempre son "grandes escritores" en los círculos literarios. Fuera de ellos es difícil que puedan llegar a ser verdaderas estrellas o iconos pop. Algunos lo logran, como J.K. Rowling o Stephen King, por las ventas, por las adaptaciones de sus libros o simplemente a través de sus redes sociales.
Otros lo consiguen por vías más radicales, y a veces, incluso, a su pesar. Es el caso de Salman Rushdie un gran-gran escritor que, sin embargo, debe su fama mediática a la persecución que sufrió en 1989 tras la publicación de Los versos satánicos. Prohibida en decenas de países, la novela fue considerada una blasfemia por culpa del tratamiento irreverente que ofrecía de la figura de Mahoma.
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Como explica él mismo en Joseph Anton, el libro de memorias que narra su experiencia, se supo hombre muerto cuando el líder religioso del Irán, el ayatolá Jomeini, dictó un edicto religioso (una fetua) en el que lo condenaba a muerte. Y no solo esto: también ofrecía una recompensa de tres millones de dolares estadounidenses por la muerte de Rushdie.
Durante más de una década tuvo que estar bajo protección de Scotland Yard, viviendo un infierno que no solo le afectó a él, sino también a quienes lo rodeaban: asesinaron a su traductor japonés, golpearon y apuñalaron al traductor italiano, tirotearon al traductor noruego y 37 personas murieron en un incendio causado en protesta contra su traductor turco.
Sin embargo, ahora, aunque todavía sigue en peligro, parece que ya no vive el peso de la amenaza de manera tan intensa como aquel 14 de febrero del 89, cuando se encerró en casa, tapiando las ventanas y echando todos los cerrojos posibles.
"Da miedo, desconcierta, etcétera. Pero ganas otras cosas. Muchas mujeres se sienten atraídas por tu situación. Eres peligroso. Hay mujeres preciosas a las que les gusta eso. [...] Estás envuelto en fetua."
(Fotograma del tercer capítulo de 'Curb your enthusiasm', de Larry David)
Así se expresa el mismo Salman Rushdie, interpretándose paródicamente a sí mismo, en el último capítulo de Curb your enthusiasm, la serie de la HBO dirigida y protagonizada por el cómico Larry David. El escritor ha hecho un fantástico cameo en esta novena temporada, cuya trama está inspirada en su experiencia: Larrdy David pretende hacer un musical sobre la vida de Rushdie, y termina él mismo siendo objeto de una fetua.
Terriblemente asustado y pobremente disfrazado, David acude a la casa de Rushdie. "Si alguien puede entender lo que estoy viviendo, ese eres tú", le espeta nada más sentarse. Pero lejos de tomarse en serio la fetua —ni la propia ni la de David—, Rushdie le explica que vivir amenazado de muerte "es una vida fantástica".
De entrada, porque la fetua sirve de excusa universal: "por ejemplo, no tienes que ir a nada que no quieras. Tu primo da un recital de poesía, de su penosa poesía. Y tú: 'no puedo, por la fetua'. '¿Me recoges en el aeropuerto?' Respondes: 'no puedo, por la fetua'.
Pero eso no es lo principal. Con gran seriedad —Rushdie, que ya ha aparecido en otras películas, demuestra ser un magnífico actor—, lanza un speech motivacional a David, explicándole por que no debe seguir ocultándose. "Esconderse no es sexy [...] Sé un hombre, para esto, y el sexo de fetua vendrá".
¿El sexo de fetua? Sí, el sexto de fetua es "el mejor tipo de sexo". Rushdie es claro: a la fetua, que le den. "Fuck it". Lo que importa es el sexo, el aura de peligrosidad, la distinción de ser un hombre perseguido por asesinos y fanáticos.
(Fotograma del tercer capítulo de 'Curb your enthusiasm', de Larry David)
El capítulo es glorioso. No solo se transgreden constantemente los límites del humor —mezclar islam, sexo y amenazas de muerte es ciertamente una combinación arriesgada—, sino que además lo consigue ridiculizando el modelo de masculinidad hegemónica: Rushdie y David, sentados en medio de un restaurante, discutiendo sobre su facilidad para seducir mujeres.
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Además, no puede dejarse de lado la peligrosidad real de bromear sobre estos temas, ni el valor de Rushdie, capaz de revisar paródicamente su tragedia. Su vida no ha sido fantástica desde entonces, y ciertamente esconderse durante 11 años bajo una identidad falsa y con protección policial 24/7 no fue nada sexy.
Pero si algo demuestra con este cameo es el poder que tienen la literatura, el arte y el humor para enfrentarse al fanatismo: mucho más que cualquier ataque furibundo y airado contra la cerrazón religiosa, la ironía y la carcajada que permiten imaginarse a Rushdie uncido por el blasfemo sexo de fatua sí son una vacuna contra el dogmatismo y los prejuicios. Tanto los propios como los de los demás.
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