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Detienen en Granada al escritor Dogan Akhanli, reclamado por Turquía

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¿Está el Gobierno de España haciéndole el trabajo sucio a Erdogan en su cruzada contra la libertad de expresión?

Luis M. Rodríguez

20 Agosto 2017 14:43

España como ratonera, como brazo extranjero al servicio de la represión de Recep Tayyip Erdogan, como trampa blanda para los disidentes turcos que otros países europeos acogen y protegen. Esa idea cobra fuerza tras la detención en territorio español del escritor Dogan Akhanli, reclamado por Turquía por su presunta “pertenencia a banda armada y terrorista”.

La Policía Nacional detenía al escritor turco alemán ayer sábado en un hotel de Granada. Justifican su acción aludiendo a una orden de búsqueda y detención para su posterior extradición emitida por la Interpol y vigente desde noviembre de 2013. Turquía intenta que le sirvan la cabeza de Akhanli desde hace años. Hasta ahora, ningún país europeo había dado credibilidad a los cargos que se le imputan.


Una acusación fabricada

La actual persecución de Akhanli tiene su origen en 2010. El 10 de agosto de aquel año, el escritor viajó a Turquía. Iba a visitar a su padre, gravemente enfermo. Tan pronto como pisó el país, fue detenido bajo la acusación de haber participado en un robo con homicidio cometido en 1989.

Desde el primer momento, el escritor negó cualquier implicación en el crimen y denunció la acusación como fabricada y motivada políticamente.


Turquía acusa a Ahkanli de haber participado en un robo con homicidio cometido en 1989. Según su abogado, el escritor ni siquiera se encontraba en el país cuando se produjeron los hechos


En diciembre de 2010 Akhanli fue puesto en libertad tras pasar varios meses en prisión preventiva. Finalmente, la acusación contra él fue desestimada en octubre de 2011 por falta de pruebas. Además, dos testigos que le habían incriminado reconocieron públicamente haber hecho sus declaraciones —falsas— bajo presión de la policía.

La sombra de la cárcel se alejaba de Akhanli. O eso parecía. Porque en abril de 2013 otro juez decidió revisar el proceso, anular la resolución del primer juicio y emitir una orden de detención internacional contra el escritor.

Esa orden es la que ha motivado su arresto de ayer. Esa es la excusa, porque para Ilias Uyar, el abogado de Akhanli, la motivación de la detención es claramente política. Según el abogado, el régimen turco está haciendo un uso instrumental de las normas policiales y jurídicas internacionales para acallar a la oposición y a los críticos con Erdogan. “Es un claro abuso del derecho”, dice en declaraciones al diario Kölner Stadt-Anzeiger.


Dogan Akhanli lleva más de 25 años viviendo como asilado político en Alemania. Desde 1992 reside en Colonia y tiene la nacionalidad alemana


Según informa la agencia de noticias DPA, el Ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, está intentando brindar atención consular al escritor y se ha dirigido al Gobierno español para expresar su postura contraria a la posible extradición de Akhanli a Turquía.

El movimiento es del todo normal si tenemos en cuenta que el escritor lleva más de 25 años viviendo como asilado político en Alemania. Llegó allí en 1991 tras huir de Turquía, donde pasó dos años entre rejas a finales de los 80 por luchar desde la clandestinidad contra el Gobierno militar. Desde 1992 reside en Colonia y tiene la ciudadanía alemana.


Fuentes de los servicios de seguridad alemana se refieren a la detención de Akhanli como una “afrenta diplomática”. Consideran que con la orden de detención emitida a Interpol, Erdogan intenta que "encarcelen en suelo extranjero a un ciudadano alemán"


Para el gobierno de Erdogan, Akhanli sigue siendo un “enemigo de Turquía”. Lo es por su labor en pro de los derechos humanos, por defender posturas críticas y por su propio trabajo como escritor.

En sus novelas, en ensayos y entrevistas, Akhanli aborda cuestiones como la violencia histórica, la represión estatal y la indivisibilidad de los derechos humanos. Uno de los temas centrales de su obra es el procesamiento histórico de los genocidios del siglo XX, y en particular la recuperación de la memoria de los armenios masacrados a manos del Imperio Otomano, unas matanzas continuadas a lo largo de varias décadas que el presidente Erdogan niega, matiza y justifica, culpabilizando a las víctimas.

El Parlamento alemán reconoció el año pasado esas masacres como genocidio. El Gobierno de Ankara se lo tomó como una afrenta.

Ahora el Gobierno alemán califica la detención de Akhanli como “una nueva provocación de Turquía y de su presidente Erdogan” y “una afrenta diplomática”. “Es increíble que Turquía se dedique a cazar a sus críticos en el extranjero”, sentencia Uyar.


Hedor por repetición

Una vez es accidente. Dos es coincidencia. Tres veces es acción enemiga. Lo escribía Ian Fleming en Goldfinger. La frase sirve para explicar la sensación instalada en la cabeza de todos los interesados en defender la libertad de expresión consustancial al hecho de escribir.

Porque tras el arresto del escritor y periodista de nacionalidad turco-sueca Hamza Yalçin a principios de mes en el aeropuerto de Barcelona-El Prat, la detención de Akhanli deja sabor de acción enemiga, de complicidad del Gobierno de España con el régimen turco en su indisimulado asedio a la libertad de opinión.


Desde que Erdogan decretó el estado de emergencia hace un año, en Turquía se han cerrado 170 medios de comunicación y en la actualidad hay alrededor de 164 periodistas detenidos


Las cifras son apabullantes. Desde que Erdogan decretó el estado de emergencia hace un año, en Turquía se han cerrado 170 medios de comunicación y en la actualidad hay alrededor de 164 periodistas detenidos. La pasada semana la Policía de Estambul lanzó una operación para detener a otros 35 periodistas acusados de golpismo. Y la cifra crece si sumamos a editores, narradores, poetas, críticos literarios, filósofos o intelectuales críticos.

España no debería ser cómplice en esa caza.


Actualización: El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha puesto hoy en libertad al escritor turco-alemán Dogan Akhanli, detenido ayer en Granada.


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