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No pican a humanos, pero cuando los pisas... apestan
Playground community
15 Mayo 2018 16:40
Una invasión. Eso es lo que muestra el vídeo. Una situación en la que somos superados abrumadoramente en número, hasta el punto de ver nuestra vida ordinaria penetrada y limitada por algo que nos es totalmente ajeno. Eso es lo que le pasa estos días a los muy irritados y muy preocupados habitantes de la región de Bhubaneswar, en la India. Una invasión de chinches ha venido a perturbar sus vidas. La cosa es tan seria que ante tan pequeño enemigo, muchos están teniendo que abandonar sus casas.
Enemigo pequeño, pero numeroso hasta lo incontable. Millones a juzgar por las imágenes tomadas el pasado 6 de mayo. Y eso en una casa. Multipliquen. O no, si les da grima.
Para estos vecinos ya es tarde para tomar las habituales precauciones: sellar la casa o usar un insecticida perimetral. Ya no. Son demasiados y son repugnantes.
No lo decimos como una cuestión subjetiva, una respuesta más o menos intensa en función de la repulsa que alguna gente siente hacia algunos insectos. En este caso el "repugnante" es un calificativo objetivo. Porque si tuvieras la mala idea de aplastarlos, notarías cómo sus cuerpos quebrados despiden un hedor insoportable, descrito comúnmente como “repollo podrido”. De ahí su nombre en inglés, “stink bug” o “chinche hediondo”.
Esta superpoblación de escarabajos tiene que ver con la hiperflorestación de una modalidad de bambú espinoso que acontece cada 30-40 años. Esta bonanza de alimento para los “stink bugs” ha resultado en esta explosión de individuos, para desgracia de los vecinos de los barrios adyacentes a la zona forestal de Chandaka. Por lo menos no atacan a los humanos, pero trepan por todas partes y han llegado a encontrarse en lo alto de edificios de cuatro plantas. El problema es librarse de ellos, en esas cantidades, sin provocar un festival del hedor.
Por ahora la línea de acción sugerida por las autoridades consiste en esperar, aunque avisan que primero irá a peor, ya que los escarabajos evolucionarán y llegarán a un punto en el que podrán volar, haciendo aún más difícil su control poblacional (o sea, su eliminación). Tal es la predicción del Dr. Bhol de la Universidad de Orissa.
El ciclo de vida de estos insectos terminaría en quince días tras verse privados de su alimentación. Pero los vecinos ya saben que aún no se ha llegado a la mitad de esos quince días y sus ya invivibles viviendas siguen tomadas. Muchos han decidido abandonar sus casas hasta que la invasión amaine. ¿Fumigarlos? No parece una opción. Las autoridades no se atreven a recomendar el uso de insecticidas, ya que los pájaros que se nutren de insectos podrían fallecer por la ingesta colateral de tales venenos.
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